jueves, 18 de septiembre de 2014

Amor al deporte y odio al periodismo deportivo

Siempre me ha gustado mucho el deporte, tanto practicarlo como seguirlo a través de los medios de comunicación. Durante años fui fiel lector y ocasional comprador -ya que desde muy temprana edad consumía información mediante su página web- del diario Marca, hacia el que sentía profundo apego y lealtad.

En verano de 2009 ocurrió, sin embargo, un hecho que cambiaría mi relación con el diario para siempre: el Real Madrid fichó a Cristiano Ronaldo, después de una procesión de noticias (más bien rumores) al respecto que duró más de un año. Comenzó entonces a desfilar un carrusel de portadas sin relación alguna con el deporte, exceptuando el hecho de que el centro de estos sucesos era Ronaldo. No sé si fue intencionado, pero Marca inició en el periodismo deportivo español el fenómeno del sujeto-noticia, que se puede resumir así: se elige a una persona, y a partir de ese momento todo lo que ocurra es noticia con nivel máximo de interés.

Periodismo de investigación made in Marca
Algunas de estas anécdotas -pues realmente no merecen otro nombre- son: Cristiano se compra otro Ferrari, Cristiano discute en casa con su novia, conoce al perro de Cristiano Ronaldo; Paris Hilton (por entonces su reciente ex-novia), despechada, raja de CR9, el nuevo peinado "a lo tomahawk" de Cristiano... la gota que colmó el vaso llegó el 13 de julio de 2010, día anterior a la final del Mundial de Sudáfrica (España-Holanda), cuando compré el Marca buscando noticias sobre dicho evento. Las había, por supuesto, pero tuvieron la valentía de meter en la portada la maravillosa imagen que puede verse a la izquierda.

Con el tiempo la obsesión de Marca con Ronaldo disminuyó, pero tristemente sirvió como precedente: Marca, un año después, se dedicó a exprimir una nueva gallina de huevos de oro, Mourinho; y poco después el diario Sport comenzó el mismo proceso con el brasileño Neymar.

Durante estos años el periodismo deportivo fue cambiando paulatinamente de forma cada vez más rápida, hasta liberarse completamente de todo resto de periodismo. Ha triunfado la información deportiva new age, que da nueva forma al deporte mediante la unión de varias caras tan viejas como temidas: forofismo sectario y malintencionado, amarillismo, morbos varios de cualquier tipo... todo esto aderezado con titulares engañosos -cuando no directamente mentirosos-, bajo la filosofía de "le damos al público lo que quiere", olvidando la vocación de servicio del sector.

Así que hay que tenerlo bien claro: si buscas información deportiva, no lo hagas en un medio o programa deportivo. Estos están para dilucidar si tal deportista es buena o mala persona, las conspiraciones judeomasónicas existentes que impiden que un jugador alcance su justo y merecido reconocimiento o las fotos subidas de tono de la prima del conserje del piso en el que vive el entrenador del Despeñaperros FC. De deportivo, poco; y de periodismo, nada.

¿Nos gusta que nos mientan?


     
    Parece que se ha convertido ya en costumbre el despertar cada mañana de mercado de fichajes con "un notición", "una exclusiva"o un "como ya os adelantamos hace unos días". Me da la sensación de que durante el mercado de fichajes hay bastantes periodistas deportivos, no todos (no sería justo meter a todos en el mismo saco) que se dedican a decir nombres y equipos al azar a ver si suena la flauta. Reus al Atlético, Suárez al Madrid, Falcao al Madrid, Hummels al Barça, etc.  Pero si hay alguien que siempre se me viene a la cabeza en estos casos, ese es François Gallardo.

      François es colaborador habitual del programa televisivo 'El Chiringuito de Jugones' (Neox). Se dedica básicamente a dar exclusivas y "bombazos" durante sus apariciones en el programa de Josep Pedrerol. Entre sus numerosas "exclusivas" podemos encontrar la llegada de Mandzukic, Negredo o Suárez al Real Madrid; el fichaje de Agüero por el Barça, o la salida de Leo Messi del Barcelona rumbo al PSG. Esas son solo algunas de sus primicias más sonadas de este verano. Tambien predijo la salida de Juan Mata del Chelsea para venir a Madrid o la de Diego López para irse al City o Borussia. Como veis, todo un adivino este François.
    Entonces, yo me pregunto: ¿por qué alguien que únicamente aparece en televisión para vender humo tiene tanta popularidad entre los que seguimos este mundillo?, ¿por qué sube la audiencia los días que va al programa? Al fin y al cabo, cualquiera puede hacer eso. En mi opinión, nos gusta que nos mientan. No encuentro otra explicación.


   

El día en que empezamos con mal pie

Empecé a seguir la NBA muy tarde. No me gustó el baloncesto hasta los catorce años, cuando vi que sacaba una cabeza a todos mis compañeros de clase. Empecé a seguir al equipo local de mi ciudad, entonces Bruesa GBC, y a mirar al otro lado del Atlántico. Y empezó el vicio.



Tablas estadísticas. Salarios. Historia y evolución de las franquicias. De todo controlo un poco, sin ser un experto en nada. Me interesa, y lo investigo, como cualquier aficionado. Y de esa curiosidad nació mi mala relación con Marca, As y varios diarios. En el año 2011, al finalizar otra infructuosa temporada en los Cavaliers de Cleveland, LeBron James se decidió por un equipo que le daba opciones claras de ganar el campeonato. El motivo: dos cracks como son Wade y Bosh.

Hasta aquí, nada que comentar. Pero la NBA, en su afán por equilibrar una Liga en la que solo en cuatro ocasiones ha ganado un mismo equipo tres campeonatos consecutivos, tiene normas para evitar el acaparamiento de estrellas en un mismo equipo. Es el caso del impuesto de lujo, un pago que debe hacerse a la Liga de un dólar por cada dólar gastado en salarios a partir de cierta cantidad. En esa época, dicha cantidad rondaba los 70 millones de dólares.


No podía creer que un medio deportivo serio, con analistas expertos y toda la parafernalia, pudiese alimentar el rumor de que en una plantilla en la que tres jugadores cobraban casi 50 millones de dólares pudiese entrar otra superestrella (Anthony) que cobraba casi 18. Bastaba leerse las leyes de la NBA, pero nadie lo hizo. Tal vez solo pensaban en vender más periódicos, porque el propio Anthony desmintió su intención de acabar allí. Y mira que es fácil mirar las leyes en Wikipedia…